Recién celebramos Pentecostés y aproveché la ocasión para predicar un mensaje titulado "Pentecostés, Capacitación Misionera." Hay un vínculo muy fuerte entre las misiones y Pentecostés porque la Biblia nos dice que el propósito del poder del Espíritu Santo en nuestra vida es darnos la capacitación necesaria para cumplir la Gran Comisión (Hechos 1:8).
Claro que la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida trae muchos beneficios más pero no debemos olvidar que el propósito principal es hacernos testigos, darnos el poder necesario para poder llevar el evangelio hasta "lo último de la tierra." Jesús nos bautiza con Su Espíritu para capacitarnos a hacer la obra misionera, a declarar el mensaje de salvación con poder, a llevar este mensaje precioso a cada rincón del mundo donde hayan personas que necesitan a Jesús.
Es cierto que cumplir la gran comisión requiere muchas cosas: recursos económicos, recursos logísticos, conocimiento de principios transculturales, etc., pero el recurso indispensable es el poder del Espíritu Santo. Si tuviéramos todo el dinero en el mundo y todas las herramientas que nos parecen necesarias, no serían suficientes. Misiones es un trabajo espiritual y para hacer este trabajo necesitamos recursos espirituales.
Cada cristiano tiene que guardarse de un peligro que siempre está presente en nuestra vida y ministerio. Es la tentación de creer que por nuestro esfuerzo, nuestra inteligencia, nuestros recursos o aún nuestra "unción" podemos lograr el objetivo. Sin embargo Jesús nos dice "separados de mí, nada podéis hacer." (Juan 15:5) Cuando el énfasis está en mis habilidades yo recibo el aplauso de la gente pero el fin de nuestro ministerio es glorificar a Jesús no a nosotros mismos. Cuando los muros de Jérico cayeron nadie les dijo a los músicos "¡Que unción, nunca he escuchado a nadie tocar la trompeta así!" No, todos se dieron cuenta que los muros cayeron por el poder de Dios .
Así trabaja el Señor; nos pone en situaciones donde estamos desesperados por Su poder y después resuelva la situación de tal manera que Él mismo reciba la gloria. A veces nos convencemos que si podemos conseguir los recursos económicos necesarios y podemos implementar la estrategia correcta podemos lograr cualquier cosa.
El libro de los Hechos nos presenta otro cuadro. Allí vemos un grupo pequeño de discípulos en el Aposento Alto desesperados por el poder de Dios. Saben que la tarea que su Señor les ha dado es una tarea imposible, es algo que no pueden hacer, es tan grande que ni puedan concebir una estrategia, no están pensando que con un poco más de dinero.... No, están clamando a Dios, buscando Su poder, pidiendo Su intervención. ¡Dios responde enviando Su Espíritu y todo cambia! Llenos con poder divino estos discípulos desesperados salieron del Aposento Alto e impactaron al mundo maravillosamente. Tan grande era su impacto que sus enemigos declararon con miedo: "¡Estos que han trastornado el mundo entero han venido acá también!" (Hechos 17:6)
Hoy tenemos muchos recursos que los primeros cristianos no tenían, somos mucho más en número pero la realidad no ha cambiado. No podemos confiar en nuestros recursos, planes ni educación. Gracias a Dios por todas estas bendiciones pero la tarea es todavía demasiado grande para nosotros. Hay solo una manera de cumplir la tarea que Jesús nos ha dado-clamar a Dios, buscar Su poder y no estar satisfechos con nada menos. ¡Pentecostés es siempre la capacitación indispensable para las misiones!