jueves, 30 de julio de 2009

Una Expansión Continua

Es muy llamativa la forma en que Lucas presenta su historia de la iglesia primitiva en el libro de los Hechos. Claro que no era posible anotar todo que ocurrió, tenía que escoger los eventos que ayudaron presentar el cuadro que quería destacar. Lucas tenía un propósito y al leer cuidadosamente su relato de los eventos del primer siglo es claro que uno de sus propósitos principales fue demostrar como la iglesia estaba en un programa de expansión continua.

Es cierto que la iglesia no siempre entendió el propósito de Dios y había momentos cuando la expansión ocurrió debido a la persecución que la iglesia experimentaba. Obedecieron por fuerza, no por amor. En otros casos, la iglesia entendió y envió obreros (la iglesia de Antioquía) para predicar el evangelio en las regiones donde Cristo no se había proclamado.

Hechos no tiene conclusión formal y eso nos hace entender que el deseo de Dios es que la expansión que vemos en el libro siga adelante hoy en día. Donde hay gente que no ha escuchado el evangelio, allí la iglesia debe estar proclamando el mensaje de salvación. Donde no hay testimonio permanente de Cristo, allí tenemos que fundar nuevas obras. Donde el diablo tiene a la gente esclavizada tenemos que declarar que hay libertad en Jesús. Este es el trabajo de la iglesia.

La iglesia del siglo 21 tiene mucho en común con la iglesia del primer siglo y por eso somos lentos para reconocer y responder al deseo de Dios. ¿Cuáles son los obstáculos que nos impiden?
  1. La iglesia en Jerusalén era una iglesia Judía. Estaban convencidos de que la salvación era solamente para ellos y tenían muchos prejuicios contra otros pueblos. Les costó mucho entender que Dios amaba a los gentiles también. Nosotros entendemos que Jesús murió por todos pero, igual a la iglesia de Jerusalén, enfocamos muchas veces en las necesidades de nuestro pueblo, nuestro país y olvidamos el mandato del Señor. El mandato no ha cambiado-tenemos que llevar el evangelio a todo pueblo, toda nación y a cada persona.
  2. Estamos muy cómodos donde estamos y en nuestra congregación local. El problema es que en muchas iglesias todo el ministerio, todo el esfuerzo y todos los recursos están dirigidos hacia los miembros y se hace muy poco para los inconversos. Siempre queremos mejorar el templo, comprar nuevas sillas o un nuevo sistema de sonido pero ¿cuánto estamos dando a las misiones? Es muy interesante que a los pastores no les parece extraño usar las ofrendas de la iglesia para estos proyectos pero no quieren dar a las misiones a menos que los hermanos dan una ofrenda especial. No hay pecado en tener un lindo templo, el pecado es cuando olvidamos la gran comisión. Como alguien dijo: "No se trata de nosotros, se trata de aquellos que están afuera." ¡Que Dios nos ayude enfocar nuestra atención hacia afuera, hacia aquellos que todavía necesitan lo que tenemos!
  3. La obra misionera es costosa y requiere sacrificio. La expansión de la iglesia siempre requiere sacrificio, siempre tiene un costo. No me refiero solamente al dinero aunque eso sí es parte. Quizás algunos proyectos tendrán que esperar o aún ser desechados. Tenemos que preguntarnos, ¿Cuál es más importantes-la salvación de las personas por las cuales Jesús murió, o nuestra comodidad? Pero más que dinero, cumplir la gran comisión nos va a costar algunos de los mejores obreros. Y estos obreros van a darse cuenta de que las necesidades más grandes se encuentran en lugares donde el trabajo es difícil. A veces tienen que vivir sin las comodidades que siempre han tenido o en lugares peligrosos donde los hijos de Dios no siempre están bienvenidos. Puede ser que su economía no es suficiente-aún el Apóstol Pablo declaró que había experimentado necesidad. La obra misionera no es una vacación en un hotel de 5 estrellas, es vivir en condiciones de guerra en el territorio del diablo. Aunque entendemos que el evangelio tiene que predicarse en estos lugares también, preferimos que otros lo hacen, no nosotros y ciertamente no nuestros hijos. Este sacrificio es grande y difícil. Nos parece que el precio es demasiado y por eso, no cumplimos.

Bueno, hay muchos obstáculos más que podría mencionar pero la realidad es que la gran comisión siempre está vigente, el mandato todavía está y la iglesia aún es responsable de obedecerlo. El trabajo no ha terminado, todavía hay muchos sin un testimonio del evangelio, hay muchos pueblos, ciudades y aún países sin iglesias evangélicas. La iglesia siempre tiene que estar en un programa de expansión continua. No hay otra manera de cumplir la gran comisión, no hay otra manera de obedecer a nuestro Señor.

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